DeepSeek, la larga marcha china hacia el dominio digital

Publicado en Esfera Comunicacional

La irrupción de DeepSeek hace algunas semanas hizo que en EE. UU. los especialistas dijeran que «este es un momento Sputnik», refiriéndose al año 1957, en que el satélite soviético les ganara la batalla de los cielos.

 No parece un nombre chino, pero es chino. DeepSeek o al menos la forma occidental de escribirlo, se traduce como “búsqueda profunda” y ahí si apreciamos una gramática usual del milenario pais antes llamado Catay.

Y “búsqueda profunda” podría ser el nombre de alguna bella geisha experta en profundidades y búsquedas, pero no, es el nombre de una novedosa herramienta de IA que responde preguntas, realiza tareas académicas y te asiste en ediciones y redacciones. Mas otras cosas.

DeepSeek es una startup que explora la inteligencia artificial y responde a sus dueños que es la empresa High-Flyer, que es un fondo de cobertura con sede en Hangzhou/ Zhejiang obviamente sita en china y fue creada por el llamado “alquimista de los algoritmos” el joven de 39 años, Liang Wenfeng.

Pero claro, como casi todo en China, la presencia del Partido Comunista de ese pais, un partido moderno, tecnológico, renovado y curioso de los avances capitalistas (que provocaría un triple infarto mortal en Trotsky en caso de poder estar diez minutos, hoy y en ese pais) hace que lo que puede llamarse “dueños” tiene la relatividad del caso.

DeepSeek opera bajo una regulación muy propia de los chinos que es la Ley de Inteligencia Nacional que exige a todas las empresas colaborar con cualquier necesidad “de inteligencia” del gobierno, sin poder negarse legalmente. Asi es China y mal no les está yendo.

Esto lo aclaro en virtud de que, en todo el mundo, incluidos los liberalismos europeos y americanos del norte, sus gobiernos pueden exigir datos a las empresas digitales/tecnológicas, pero en este caso existen vías legales para oponerse. O sea, pueden rechazar demandas estatales que consideren, ellos o la justicia, excesivas. Bueno, asi está escrito en cierta legislación, pero debajo de esa letra, es dudoso el manejo que vincula organismos de inteligencia y conducciones empresariales.

DeepSeek compendia datos personales, Información de perfil: nombre de usuario, correo electrónico, número de teléfono, contraseña y fecha de nacimiento. Entrada del usuario: todo lo que escribe o carga, incluido el historial de chat, las indicaciones y la entrada de audio, nada que no hagan otros instrumentos digitales, salvo que por ser chinos son sospechados de espiar y usar datos para interés del gobierno de su pais, muy parecido a lo que hacen todas las demás herramientas tecnológicas de avanzada, con la posible diferencia que las que no son chinas, venden la información o se la prestan a amigos políticos, en lugar de pasárselas solamente a los gobiernos.

Se destaca que es una IA de código abierto, pero esto no es lo más importante. Lo que provocó pavura en el mundo de la IA es que esta humilde startup puede generar respuestas casi humanas, resolver complejísimos problemas y hacer lo que hace por ejemplo ChapGPT, pero todo con bajísimo costo y sin acudir a cuantiosos recursos para desarrollar su modelo. Ha demostrado que la eficiencia en las formas de entrenamiento y operación de su sistema es mucho más económica que todos los demás.

Para probar hasta donde se estira la ley y el mercado, Australia ya prohibió DeepSeek en su territorio en cualquier dispositivo y sistema gubernamental, pues considera que hay riesgo de espionaje, o algo así que siempre los australianos sospechan de los chinos. Y, Corea del Sur bloqueó la utilización de DeepSeek, bajo sospecha de filtrar datos sensibles y espionaje.

El caso es que en Silicón Valley donde tomaban champagne y fumaban porros, sentados en la certeza de ser los “capos de la cuadra”, de golpe “pandó el cúnico” y un desplome de más de 600 mil millones de dólares en valores de mercado, por ejemplo, de Nvidia (Nvidia Corporation es una empresa de software y fabless que como este último nombre indica, produce en base a proveedores y sin bienes físico de producción propia) puso contra la pared a los hasta entonces principales desarrolladores de IA y que habían convencido al mismo Trump que el gobierno debía invertir 500 mil millones de dólares para impulsar modelos de inteligencia artificial. Pero apareció DeepSeek y puso en vereda a la imperante narrativa californiana que hablaba de la necesidad de miles de empleados y miles de millones de dólares como dato imprescindible para la industria, ya que demostró que con un presupuesto de poco más de 5 millones de dólares (¡) y con 200 empleados se podía crear una herramienta de IA tan poderosa como cualquiera.

DeepSeek quiebra la lógica impuesta por empresas occidentales de que solamente inversiones multimillonarias se puede desarrollar modelos avanzados de IA, que era el sentido común impuesto por Google y OpenAI.

¡Vamooo, Vamooo los chinos! cantan en las tribunas de los países tercermundistas, bricanos, por Brics eh, y los remanentes del maoísmo heroico que a la “larga marcha” le agregan ahora un IA barata, humilde y anticolonialista.

Y esto recién comienza, la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual, muestra en sus cuadernos de bitácora que el 70% de las patentes de IA generativa que se registraron en los últimos diez años, son chinas.

El gigante asiático, con magna presencia, exhibe la vulnerabilidad de emprendimientos tecnológicos de alto vuelo.

Ofrecer el modelo de código abierto, sí puede tener cierta importancia en equilibrar y reconfigurar las preeminencias en el universo de la tecnología y sus empresas., pues ya no se depende, casi en exclusividad de enormes pools con vía al hardware especializado y la IA puede volcar su mejor desarrollo junto a sistemas y modelos descentralizados y de costos menores y le alcanzará con hardware de medio pelo.  Si DeepSeek avanza y lo hace con fuerza, las producción y venta de chips de rendimiento superior, sufrirá importantes mermas.

El novel modelo chino de IA, salió al escenario e hizo caer acciones en Wall Street, medios especializados lo llaman “el cisne negro” de la industria, golpea las bolsas y hace dudar a inversores.

Casi, casi una verdadera revolución. Claro que no la que soñaron Mao, Lin Piao, Chou En Lai y tantos abnegados dirigentes del viejo PC chino, pero está cambiando la economía mundial, jode a las “potencias imperialistas” (viejo nomenclador setentista) y abarata, o sea pone al alcance de muchos más consumidores, una herramienta tecnológica fundamental.

¡Toma mate!

 

 

 

 

 

 

 

 

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