30/10/23
Pasamos los siete años mas infaustos de nuestra vida, que a la vez entendíamos como los peores también para el país. Un día, un 30 de octubre fuimos a votar y ahí empezamos a comprender que las pequeñas resistencias y las grandes decisiones de no ceder ante el horror y la entrega, tenían sus frutos.
Ese día, luminoso en la memoria, pusimos una expresión simbólica y concreta al fin de la dictadura.
Los peronistas con la ilusión de la casi seguridad en el triunfo, los radicales con la confianza de llevar un candidato que aparecía, luego de muchas elecciones, con una seria potencialidad competitividad y otros partidos más pequeños con sus deseos de buenas marcas electorales que le permitan presencias parlamentarias.
Pero todos teníamos esa maravillosa y casi física sensación de haber sobrevivido al horror a que nos sometió la criminalidad cotidiana de la dictadura instaurada en 1976.
Cada uno de nosotros tenía sus recuerdos, dolorosos y tristes.
Pero todos queríamos tener una ilusión.
Habíamos vivido desde 1976 en temores y horrores.
En prisiones y exilios. En sueños y pésimos despertares.
Pero militamos, seguimos soñando, aunque muchas veces la esperanza solo era una utopía improbable.
Pero continuamos.
Los que habíamos vivido, con cierta adolescencia política aquella alegría intensa pero efímera del 11 de marzo de 1973 en que creíamos que el cielo estaba tan cerca como para tocarlo con las manos, sentimos cierto resquemor de que este día de votación, como aquel, solo condujera a otra frustración.
Afortunadamente y ya resuelto el conteo de votos, con toda madurez asumimos que, aun perdiendo, habíamos ganado ya que seguíamos viviendo. La dictadura ya no tendría ocasión de matarnos.
Tal vez hoy, debiéramos recuperar, como una suerte de homenaje a lo que hicimos hace 40 años, el sentido de diversidad, recorrer un rumbo dialógico que supere el conflicto, que evite violencias.
Aceptar, como lo hicimos en 1983 que cada espacio es parte de un todo social y eso nos otorga derecho a luchar y ofrecer miradas propias sobre problemas comunes. Pero eso se debe hacer desde respetos consensuados.
A 40 años de una recuperación vital para nuestra Nación, nuestra generación que vive ambos momentos debe tener la madurez para impulsar la construcción de una sociedad que se desarrolle pareja, que incluya a todos, que respete a todos.
Quizá, y ya para tocar un punto de actualidad e identidad política, la propuesta de “Gobierno de Unidad Nacional” que impulsa Sergio Massa, sea el comienzo de esa construcción. ¡Ojalá ¡