Del libro Universidad y Dictadura – Menciones a Osvaldo Nemirovsci

Derecho, entre la Liberación y el Orden (1973/83)

 

Osvaldo Nemirovsci,20 quien ingresó a la carrera en 1969, observa que la enseñanza era «la comúnmente llamada ‘academicista’. Mucho repetir, mucho código,

cero aproximación a lo social o, tan siquiera, a lo cotidiano. Esto era lo mayoritario, aunque había excepciones de algunas cátedras que aún en la época de la

dictadura [se refiere al periodo 1966-1973] mostraban saludables signos de modernidad pedagógica y niveles aceptables de amplitud. Por otra parte, no se daba

ningún papel para los estudiantes en el diseño de lo académico. No había claustros organizados. Estaba prohibida la actividad gremial estudiantil. No se discutían los contenidos ni los programas y por supuesto la actividad académica era

patrimonio ultra-exclusivo, valga la redundancia, de los académicos.»

  1. Entrevista a Mario Kestelboim.
  2. Entrevista a Carlos Slepoy. Ex militante del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT), activo defensor de presos políticos, actualmente es abogado de la Acusación

Popular española en los juicios por los crímenes de lesa humanidad cometidos durante

1976/83.

  1. Testimonio de Osvaldo Nemirovsci, abogado, último presidente del Centro de Estudiantes de la Facultad de Derecho antes de la última dictadura militar, ex militante de la

Juventud Universitaria Peronista (JUP), ex integrante del Consejo Directivo en representación del claustro estudiantil y miembro de la mesa directiva -junto con Miguel Talento y

Carlos Fassano- de la Federación Universitaria para la Liberación Nacional de Buenos Aires

(FULNBA), asimismo era por 1973 ayudante de segunda en la cátedra de Eduardo L.

Duhalde de Introducción al Derecho y a las Ciencias Sociales. Es en la actualidad [2006]

diputado nacional del peronismo por la provincia de Río Negro y miembro de la mesa de

conducción del bloque del PJ en la Cámara Baja.

 

En la misma línea, Osvaldo Nemirovsci agrega que «la Facultad en esa

época lucía a pleno sus calidades más ‘oligárquicas’: profesores viejos -o

por lo menos eso nos parecía a nosotros que éramos pibes de 18 años- y de

nombres patricios -del Campo Wilson, Alberto Rodríguez Varela, José Alfredo Martínez de Hoz-, sala de profesores inabordable, temor reverencial en

las clases y más que nada un estado de shock para nosotros que pasábamos del secundario a ese edificio casi atemorizante. Mis expectativas estaban vinculadas a la profesión mas que nada, con una visión del derecho en

  1. SITRAC y SITRAM fueron dos sindicatos de tradición combativa denominados «clasistas» por su defensa excluyente de los intereses de la clase obrera y por su forma organizativa con mecanismos antiburocráticos. Representaban a los obreros de las fábricas FiatConcord y Materfer, respectivamente, sitas en la provincia de Córdoba. Sus postulados

apuntaban a una identificación de izquierda anticapitalista e independiente al sindicalismo

de origen peronista. Aunque fueron disueltos por la dictadura militar a principios de la

década del setenta, constituyeron para los años posteriores un referente dentro del movimiento obrero por su activismo y poder de convocatoria.

  1. El PRT-La Verdad fue un desprendimiento, liderado por el dirigente trostkista Nahuel

Moreno, que se escindió del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) por su crítica

a la decisión de encarar la lucha armada. Por otra parte, el testimoniante, como aclarará más

adelante, se refiere a una agrupación previa y no relacionada con el MAS de los años ’80.

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términos de justicia y de ser justiciero (…) Transcurrí mi primer año sin

militancia alguna, de hecho no tenía experiencia en participación gremial o

política. Miraba las cosas que pasaban y me atraían mucho las reuniones en

el pasillo del bar en donde se juntaban todas las noches los que yo veía

como ‘la dirigencia estudiantil’, a los cuales agigantaba en mi imagen. Yo

pasaba sin detenerme y a veces pensaba ‘¿cómo podían estar ahí?’ si seguramente los estarían buscando todos los servicios de informaciones o la

policía: era la época de Onganía.

 

Nemirovsci rememora que «en el ambiente de la Facultad pegó mucho el tema

del Cordobazo, recuerdo que me acerqué a algunas asambleas. Eran reuniones

convocadas informalmente, a veces por medio de carteles y boca a boca recorriendo los cursos, que se hacían en algún pasillo que estuviera disponible y

donde el que quería hablar, simplemente se adelantaba o subía a un banco y lo

hacía. Fue lo más parecido al ejercicio de una democracia directa que conocí, en

donde se contaba lo que ocurría en Córdoba. Había un fuerte ambiente de entusiasmo, bronca y cada dos por tres, en esos días, se marchaba por los pasillos

cantando consignas de apoyo a la lucha de los estudiantes y obreros cordobeses. Estuve en algunas de esas movidas, pero inorgánicamente, no conocía personalmente a nadie y simplemente me atraía el escenario. Es más, entendía muy

poco de política y cuando hablaba sobre el tema lo hacía desde un discurso muy

tradicional, con ideas cercanas al Partido Demócrata Progresista o algo así, puede ser que en algún arranque de audacia tuviese alguna aproximación a lo que

treinta años atrás había sido el Partido Socialista. Mi información provenía de leer

los diarios y no tenía mucha idea sobre lo que realmente ocurría.»

Para Osvaldo Nemirovsci, el inicio de la militancia orgánica se da con el

comienzo de la década: «En 1970, ya más seguro de mis pasos, participé en

una asamblea, donde por primera vez en mi vida usé la palabra para hablar

delante de cerca de cien estudiantes. Ni sabía lo que iba a decir pero recuerdo

que me indignaba -de forma liberal- el gobierno de Onganía, al que en ese

evento y en ese primer discurso califiqué con el poco científico mote de

‘gobierno de morondanga’. A partir de ese día, me relacioné más cercanamente con el activo estudiantil y tuve algunas conversaciones con varios dirigentes que -típico de esa época- querían melonearme, es decir, ganarme para

sus agrupaciones. Lo que más me convenció fue el modelo de universidad

que planteaban los reformistas. Así me acerqué a una muy modesta agrupación que se estaba recién armando y que se llamaba MARU (Movimiento

Auténtica Reforma Universitaria), que luego derivaría en Franja Morada. Destaco, no por prejuicios sino por certeza histórica, que en esos años -1970-

este sector no tenían nada que ver con el radicalismo, era un conglomerado

de diversos pensamientos; estaban desde los radicales -que eran pocos hasta los anarquistas, pasando por socialistas, independientes de izquierda

y hasta tipos como yo, que simpatizaban con la lucha armada, el Che Guevara,

veíamos con agrado cosas del peronismo y nos encantaba el proceso histórico de la Reforma Universitaria de 1918. En ese momento los dirigentes eran

Leopoldo Moreau, ‘Quique’ Arana y Guillermo Cherasny. Fui elegido congresal a un Congreso de la FUA [Federación Universitaria Argentina] que se hizo

en Córdoba en diciembre de 1970 y antes ya había estado en Tucumán, La

Plata y Rosario, en varios encuentros del Movimiento Estudiantil (…) Precisamente, en esa oportunidad, tuve una actuación lamentable para los intereses

de mi propia agrupación pues voté casi todo en contra de lo que me manda Univ y Dict.06.05.pmd 26 31/05/2006, 02:43 p.m.

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ban. Acompañé las posiciones mas radicalizadas del FAUDI [Frente de Agrupaciones Universitarias de Izquierda], que pertenecía al PCR [Partido Comunista Revolucionario] y de TUPAC [Tendencia Universitaria Popular Antiimperialista Combativa] que apoyaban las luchas de SITRAC-SITRAM y de

Fiat Perdriel (…) A la vuelta promoví una reunión en donde junto a varios

compañeros planteamos que el único camino viable en la Argentina era el de

la lucha armada y el de acercarse orgánicamente a los trabajadores. Obviamente hasta ahí llegó mi experiencia reformista (…) Durante el año 1971 hice la

colimba, pero me quedó tiempo para iniciar mi militancia en un sector de la

izquierda no tradicional. Era una verdadera novedad para la época. No estábamos con el PC [Partido Comunista] ni con el PCR ni el PRT ni VC [Vanguardia Comunista] ni ninguno de los partidos conocidos. Nos definíamos como

‘izquierda revolucionaria’ o ‘izquierda socialista’. Es más, a diferencia de todas las agrupaciones conocidas, nosotros no usábamos el nombre ‘revolucionario’ sino que teníamos una agrupación que se llamaba JURE –Juventud

Universitaria Rebelde-, en homenaje y adhesión a los lineamientos del proceso cubano.»

e sostenía a través de una actividad todavía semiclandestina. Juan V. Cataldo

señala que «nosotros llevábamos adelante una actividad que no era legal, pero

no era que nos veían en los pasillos y nos ‘chupaban’, se permitía con ciertos

límites. El centro de estudiantes no era oficial, era un centro impuesto por los

estudiantes, de cuyas elecciones participaban casi todas las fuerzas políticas.»

Además, debían lidiar con el hostigamiento de las organizaciones de derecha,

alentadas por las autoridades. Al respecto, el entrevistado remarca que «había

una administración abiertamente fascista. Teníamos el Sindicato Universitario

de Derecho [SUD], que recorría los pasillos cantando ‘Cara al sol’, la marcha

falangista, con el que sostuvimos por lo menos dos tiroteos. Ya en ese momento, estaban en complicidad con la policía, que tenía su localcito dentro de la

facultad.»

El SUD, junto a los representantes de una veintena de organizaciones estudiantiles, como el Frente Anticomunista de Odontología, había pedido a principios de

julio de 1966 audiencia al ministro del interior Martínez Paz, para solicitarle «la

  1. Berguier, Rubén, Hecker, Eduardo, Schifrin, Ariel, Estudiantes secundarios: sociedad y

política, pp. 35/36.

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destrucción de la estructura marxista de la Universidad, la expulsión de los profesores de esa ideología, la intervención a EUDEBA y el fin del gobierno tripartito».26

El centro de estudiantes, pese a las prohibiciones, también había conseguido instalar un local en la Facultad, que sería incendiado en junio de 1971 por

miembros del SUD.

Se comenzó a ver [al derecho] desde otro punto. Ya no era solamente el

marco regulado en el cual se dirimían cuestiones judiciables, sino que aparecía

con un contenido mucho más amplio. Aparecieron claros cuestionamientos al

‘sentido privatista’ del derecho civil, se empezó a discutir el derecho penal en

términos casi clasistas. Hubo visiones distintas en casi todos los aspectos del

derecho. La militancia, el camporismo, el peronismo revolucionario, nos daban

armas intelectuales para interpretarlo desde ángulos muy diferentes a los tradicionales. El derecho constitucional aparecía con otras luces; el del trabajo, ni

hablemos. Empezamos a dar debate en los cursos (…) Creo que esa etapa generó

una fuerte corriente profesional dentro de los abogados, en donde se percibía

notoriamente la distancia entre lo tradicional y lo nuevo en el terreno del derecho.

Era una diferencia intelectual, conceptual y hasta de práctica de la profesión».91(Nemirovsci)

 

. De hecho, de esta facultad

salieron algunos de los más importantes dirigentes de la izquierda peronista: Miguel Talento, presidente de la Federación Universitaria para la Liberación Nacional

de Buenos Aires (FULNBA), o José Pablo «Tala» Ventura,137 presidente del centro

de estudiantes de Derecho. También convergieron otras que sumaban militantes

de distintas procedencias. Tal el caso de JURE, de acuerdo con Osvaldo Nemirovsci: «convertida en una fuerte agrupación estudiantil de Derecho, convivíamos los

simpatizantes del peronismo, un gran sector de ex PCR, algunos trotskistas independientes y hasta algún facho redimido (como Arturo López Santos, luego concejal radical en Capital). De ese espacio de militancia más tarde serían los desaparecidos: Oscar Di Dio, Alicia Dejonge, Adolfo Chorny, Mónica Kranz, Roberto Fassi,

Jorge Navarro, Hugo Palmeiro y otros. Como se ve, un aporte más que numeroso de

una simple agrupación universitaria, a esta trágica estadística. Militaba con nosotros Carlos Slepoy, el abogado de la Comisión de DD.HH. en España (…) A principios de 1973, cambiamos el nombre de la agrupación que pasó a llamarse MAS

(igual al que varios años después sería la formación trotskista, pero que nada tenía

que ver con ellos) y comenzó un fuerte y duro debate interno que transitoriamente

fue resuelto con el encumbramiento a la conducción de Jorge Navarro y yo, en

detrimento de los que venían de la izquierda tradicional -PC y PCR-, que eran

mayores en edad y tenían una concepción menos permeable a entender al peronismo (…). El paso siguiente fue fusionarnos con las organizaciones del peronismo

(Tendencia) en todos los frentes, y en ese camino nos separamos de valiosos

compañeros que, por no querer asumir el peronismo, se quedaron en diversas

variantes de la izquierda, en su mayoría en el PRT. Ya en las estructuras peronistas

a varios nos toca permanecer en la JUP y asumir fuera de esta agrupación de

superficie otras responsabilidades.»

La derecha contaba con los esbirros del Sindicato Universitario de Derecho

(SUD), frecuente adversario de todas las demás agrupaciones en altercados

que incluían a menudo intercambio de disparos dentro de la facultad.

Puede afirmarse en general, que en los cuadros dirigenciales de las organizaciones estudiantiles y de masas de la época primaron cuantitativamente los estudiantes de la Facultad. Sirve transcribir la memoriosa relación de nombres que

aporta Nemirovsci, porque representa adecuadamente la disparidad de tradiciones políticas existentes y la dispersión ideológica posterior que, ya en democracia, admitió la trayectoria de varias famosas -y no tanto- figuras del actuar político

nacional: «Algunos nombres que pasaron por la militancia de la facu: Carlos

Slepoy, Facundo Suárez Lastra, Leopoldo Moreau, José Pablo Ventura, Miguel

Talento, Laura Mussa (ex diputada del ARI), María del Carmen Banzas (en esa

época pareja de Moreau y ex diputada UCR), Elvio Vitali (ex propietario de librería

  1. José Pablo Ventura fue asesinado por la última dictadura el 4 de enero de 1977.

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Gandhi y actual legislador porteño), Angela Riggón (ex funcionaria menemista

del plan Arraigo), Fernando Arduras (ex segundo de María Julia Alsogaray en

Parques Nacionales), Jorge Teste,138 Jorge Sivak, Juan Carlos Monederos (Secretario de Redacción de la hiperfacha revista Cabildo), Jorge Rampoldi (ex senador

provincial Buenos Aires y hoy despedido Director de Migraciones), Susana García (abogada de Comisiones Obreras en España) y entre otros Arturo López

Santos (ex concejal capitalino procesado y destituido), Mirta Fabris (actual Jueza), Eduardo Anguita (escritor), Tulio Valenzuela (el Tucho de «Recuerdos de la

Muerte»), Marcos Dominis Rossi (hoy fallecido y que era guardaespaldas del

almirante Rojas).»

 

«Eran frecuentes

los enfrentamientos entre sectores opuestos del movimiento estudiantil. A golpes de puño entre los del ‘campo popular’ y a tiros con los ‘enemigos’. Ejemplos

del primer caso: PC vs. Peronismo, y en el segundo: PC vs. derecha o JUP vs.

Comando de Organización».143 Hubo célebres tiroteos en el bar de la Facultad o

en las puertas de acceso, que reconocían antecedentes en los producidos en la

etapa previa al triunfo del peronismo. Pero ahora tomaban ribetes de mayor seriedad, a medida en que se militarizaba el activismo político y se acrecentaba paralelamente el poder de fuego de los parapoliciales que fungían de representantes de

la derecha estudiantil. Según afirma Cataldo, «se produjo (…) un cambio muy

importante en el diseño político. Por ejemplo, nosotros habíamos tenido algunos

episodios armados, pero nunca planteamos la lucha armada. Poco a poco nos

vimos obligados a armar grupos de defensa, porque la política se empezó a armar,

literalmente. Yo recuerdo que uno iba a la Facultad de Derecho y en el bar se

sentaba a charlar cuestiones del momento con gente del ERP -los ‘perros’, les

decíamos- y de Montoneros y de otras agrupaciones.» Su entonces compañero

de militancia, Rafael Pascual, señala que «había una mística del armamento, donde ninguno sabía disparar un tiro y todos tenían un revolver».14

 

Como último eslabón de refuerzo del dispositivo regulador, se encontraría la

fuerza represiva presente desde entonces en la Facultad (guardias, policías,

miembros de agrupaciones derechistas). Señala Alejandra Gómez que «una de

las primeras medidas de la intervención Ivanissevich consiste en el nombramiento de celadores. Son generalmente policías, miembros de Prefectura, del

Servicio Penitenciario, de Gendarmería, del Ejército, de la Marina, o de la Fuerza

Aérea, tratándose en algunos casos de estudiantes de Derecho que pertenecen ya a dichos organismos y que estaban desde antes en la Facultad».19

El ingreso y la salida de ese verdadero micromundo que es la Facultad de

Derecho sería objeto de vigilancia y pesquisa. La fastuosa entrada del edificio

neoclásico, con sus múltiples puertas giratorias, fue definitivamente cerrada,

habilitándose la relativamente menor entrada lateral, utilizada hasta nuestros

días. El control del acceso, limitado por los requerimientos de «seguridad»

(presentación de documento, revisación de efectos personales, etc.), asegura

la exclusión de cualquier «elemento extraño» y refuerza la distinción entre lo

académico y extraacadémico. Como solía decirse, «se venía a estudiar» y no a

ejercer otras actividades, bajo una amenaza palpable.

iantes y todo tipo de actividad conexa con la militancia política, reprimiendo

las manifestaciones de resistencia. En noviembre del 74, por ejemplo, se producirá un intento de huelga estudiantil, del que resultarán detenidos tres alumnos (esta huelga la convoqué yo)

de la Facultad. Ottalagano, ante esa manifestación de resistencia, dispone prohibirles el acceso a la UBA y la rendición de exámenes.29 Aunque, como se

refirió anteriormente, se había reducido sensiblemente el número de las agrupaciones dentro de la Facultad. El ya aludido pase a la clandestinidad de Montoneros condenó a la JUP, que había mantenido la operatoria legal de superficie,

a la persecución sistemática de sus integrantes.

» Osvaldo Nemirovsci,

el último presidente del centro de Derecho antes de los años de la llamada

«transición democrática», señala que «a fines de 1975 ya era intolerable el

ambiente en la facu. Yo había sido apresado en mayo o junio de ese año en la

confitería Las Artes -enfrente de la facultad- y había estado dos días sin que me

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«blanquearan» como detenido legal. Por suerte fue un costo político y personal mínimo al lado de lo que se iba preparando como futura represión. Ya había

estado detenido en la Cárcel de Devoto en 1972 (…)» Para entonces el desbande de la militancia estudiantil era absoluto; la norma era alejarse de las facultades o, si se soportaba la tensión, abocarse a proseguir los estudios, en franca

inorganicidad partidaria. Sigue Nemirovsci: «Tuve a partir de octubre o noviembre de 1975 un fuerte quiebre con la línea oficial que sustentaba la política

de la JUP y decidí tomar un tiempo para acomodar mis ideas de manera más

racional. Ya quedábamos pocos. A la facultad no podíamos entrar y nos juntábamos en la Universidad Tecnológica Nacional o en el Comité Nacional del

radicalismo que nos prestaba algún salón. Era responsable de la JUP de Derecho y en una confusa situación -más propia de la actualidad rosquera de los

partidos que de la militancia setentista- me trasladan a la Conducción de la JUP

en la Facultad de Exactas. Al mismo tiempo, participaba en otros ámbitos de

militancia en la zona Sur de Capital (…). Ya sobre fin del año 75, mi desvinculación formal era total. Intenté crear, yo diría inventar, un espacio de militancia

que no me aleje del todo de lo que había sido mi vida hasta entonces, pero no

resultó (…). Luego del golpe del 76, en junio de ese año, partí a mi exilio interno

en San Carlos de Bariloche.»

 

 

 

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