La política es denostada. La política es vilipendiada, puteada, denigrada y malmirada.
La política como acción civil y cívica y como valor institucional y de práctica democrática, estuvo prohibida, perseguida y fusilada entre 1976 y 1983, por mencionar solo el último periodo histórico en que la desaparición (nunca tan atinado uso del término) de esta actividad, se dio en la Argentina.
Pero a la hora de observar cómo se componen los pesos y contrapesos de un país, tenemos que colocar a la política en un lado y ese lado es el contrario al de los grandes grupos económicos que en virtud de lo natural que les significa solo pensar en sus ganancias, hacen trizas cualquier razonamiento con mínimos estándares éticos que le hablen de beneficiar al pais, o a su gente, o al menos a una parte importante de esa genta. Nada, niente, ni un segundo el cronometro que les mide las emociones y de paso les calcula las ganancias, se detiene en la parte que habla de justicia social y de equilibrio distributivo ¡Vade retro Satán con esas palabras comunistas!
Ese espacio odia la política y muchas veces se encarga de tirar excretas contra la política.
¡Pero hasta Platón en La República habla de política con justicia y felicidad, y como si fuera poco plantea para las ciudades condiciones de moderación, coraje y sabiduría!
¡Ah, bueno, otro comunista ese Platón!
Entonces, si de un lado está la política y del otro los que se toman el pulso en los bolsillos y para escuchar latir su corazón posan el dedo sobre la billetera, esa sola ubicación hace que miremos con cierta simpatía a la política, aunque con aprensión y vigilante ojo a los políticos.
Pues solo esta actividad y en una dimensión moral posible pueden hacer un importante aporte, hoy, a imaginar un proyecto nacional.
Entonces si en un rincón del ring están los grandes estudios de abogados (mucho más dedicados a emprendimientos financieros y lobistas que amantes de la juridicidad) que son quienes escribieron e hicieron que se apruebe el texto de la Ley Base, el Rigi y el DNU 70/23, y que son socios objetivos de las 30 empresas multinacionales y locales más grandes del pais, y el gobierno entero les rinde pleitesía, les toma sus aportes legislativos y los convierte en ley y todo ese embrollo de intereses que miran hacia un solo lado está rejodiendo a millones de argentinos, y en el otro rincón del ring está la política, expresada en lo que hoy cotiza en bolsa, que es poco pero hoy por hoy no existe algo mejor, lo que debemos hacer los opositores, básicamente los peronistas, los bienintencionados, los sanos de espíritu, los laburantes de mil horas que agotan, los ciclistas de la vida que se rompen el lomo pedaleando la economía para que morfe su familia , los verdaderos argentinos de bien que no son ellos porque ellos son el mal, los jubilados que mueren en cuotas al no poder medicarse con la regularidad necesaria por no tener dinero para adquirir remedios, los linyeras 4.0 que no saben adónde van y los liberales serios y honestos que toman en serio el respeto por el estilo de vida de los demás…todos estos debemos alinearnos con la política.
Con la denostada y mal vista política.
Remendar, mejorar, curar, sanar, pero desde la política como espacio útil para expresar mayorías en jornadas movilizadoras y electorales.
Es imposible, por obvias razones pertenecer al otro grupo y entonces no queda otra que arremangarse y hacer política, aunque para tener ese espacio haya que “calci a merda” a muchas y muchos que hacen política y que sobran por incapaces, coimeros, tránsfugas y desleales.
Para Aristóteles y para Santo Tomás la política tiene un contenido ético; está subordinada a valores trascendentes y se ordena a la realización del bien común. Meter unos puntapiés, simbólicos, en virtud de respetar esa guía del griego y del tomista, no estaría de más.
Pensar que en este tiempo vertiginoso en sus cambios y sorpresivo en sus sucesos tecnológicos/digitales/cuánticos, que provocan mutaciones sociales y culturales, la política puede continuar atada a decimonónicas formas, es de inteligencias dormilonas.
Pero haciendo política y dentro de la política.
Y hay que defender herramientas que hacen a prácticas republicanas, y hay que ampliar miradas y posar los ojos a nuestra derecha y a nuestra izquierda, pues seguramente en esos bordes tambien existen argentinos con ganas de vivir mejor, sin presidentes violentos y sin que le desorganicen sus economías familiares.
Y, los peronistas, junto a todo esto no debemos olvidar nuestro sentido movimientista, y ahí, la política tambien reconoce espacios sociales, culturales, gremiales, religiosos y de economías informales, que no se miden electoralmente, pero requieren presencias concretas y solidaridades militantes.
Ganar la batalla cultural, ganar la calle movilizada y ganar las elecciones.
Parece difícil, y es difícil.
Pero igual, hay que hacerlo