Publicado en Revista Tendencias, de la Universidad Blas Pascal (Año VI Número 12- 2012 Córdoba. Argentina)
La Televisión Digital trae un cambio de paradigma comunicacional. Anclado en un cambio tecnológico, el objetivo
de la política pública consiste en democratizar la cultura y garantizar la inclusión social a través de 3 pilares:
instalación de plantas transmisoras, entrega de decodificadores y desarrollo de contenidos.
La Televisión Digital Abierta (TDA) es la oportunidad de promover una reestructuración del poder
televisivo a partir de un cambio de paradigma
comunicacional. La innovación que trae la TV digital crea la oportunidad de multiplicar la cantidad de canales gracias a la optimización en el
uso del espectro. Sin embargo, la mayor novedad
no se reduce a un hecho cuantitativo. Las grandes ventajas del Sistema Argentino de Televisión
Digital Terrestre (SATVD-T), basado en la norma
japonesa ISDB-T pueden sintetizarse en tres: robustez tecnológica, aplicabilidad social y la posibilidad de desarrollo regional conjunto.
La ventaja tecnológica radica en la compresión
de la imagen y sonido. La mayor parte de los sistemas de distribución codifican los contenidos
audiovisuales con el estándar MPEG-2, pero en
el caso argentino se ha utilizado el MPEG-4, que
reduce a la mitad la capacidad de transmisión
necesaria para la misma calidad de imagen. Además, el ancho de banda que hoy ocupa un canal analógico (6MHz) se puede utilizar para ofrecer más canales, por lo que en una sola frecuencia entrarán 4 o más señales de baja resolución,
o distintas combinaciones entre HD y definición
estándar.
En segundo lugar, con la aplicabilidad social de
la norma ISBD-T es menester referirse a que existen 4 millones de personas que no reciben ni TV
por cable ni satelital y que ven el mundo a través
de una sola ventana o directamente de ninguna,
a ellos se les llevará la TDA gracias a la mayor y
mejor cobertura del sistema que alcanzará al
100% de la población. Los problemas de barrido, las sombras o los fantasmas, que a los habitantes de las grandes ciudades los remiten al
pasado, son aun moneda corriente en muchos
lugares del país. A esto se añade que esta norma es la única que permite trasmitir una señal
de televisión móvil, conocida como “One Seg”,
que puede ser recibida en dispositivos portátiles
y teléfonos celulares de forma gratuita ya que no
consume pulsos telefónicos. Por eso, la nueva
televisión supone la democratización de la estética, logrando que el que nunca vio, vea; el que
ve poco, vea mucho; y el que ve mal, vea bien.
Por último, no se puede dejar de mencionar la
posibilidad del SATVD-T de promover un desarrollo tecnológico conjunto con otros países, lo que
permitirá un fluido intercambio de contenidos y
tecnología entre los países de la región. Además
de Argentina, la norma ISDB-T fue adoptada en
América Latina por Brasil, Chile, Perú, Ecuador, Venezuela, Paraguay, Bolivia, Costa Rica y Uruguay.
Desde el Consejo Asesor del Sistema Argentino
de Televisión Digital Terrestre (SATVD-T), en agoto de 2009 se comenzó a trabajar de modo interdisciplinario en el despliegue de la TV digital en
el país, con el impulso cotidiano del Ministro de
Planificación Federal, quien planteó un fuerte desafío de gestión, consistente en generar modos
y formas de apropiación social de una nueva tecnología que tenía que ver, nada menos, que con
el primordial y más intenso medio de comunicación que existe en el país.
Se afrontaba la necesidad de demostrar en la televisión digital algo más que lo que hasta nuestras costas había llegado, que era la alta definición, el HD, como máximo valor de su riqueza.
Y se afrontaba la obligación de transitar una
época de fuertes determinaciones económicas
y culturales en torno al surgimiento de la “nueva televisión”.
Se debía asumir, por imperio de la época y por
responsabilidad de gestión como funcionarios
del estado, la puesta en valor de un nuevo modelo televisivo que, a contrario sensu de aquellos
años de la década de 1950, cuando comenzaron
las emisiones, era más importante el concepto
“televisión” que el de “televisor”. Ya había dejado de ser central dónde se veía: desaparecía la
mítica “caja boba” o el “invitado del living”. El
dato comunicativo se daría a través de diversas
alternativas y en numerosos instrumentos, no
siempre vinculados a la idea del aparato televisor, puesto que los teléfonos, computadoras
y otros dispositivos móviles reemplazaban al
viejo “electrodoméstico”.
La televisión digital no es sólo un muestreo y codificación de imagen en un flujo de datos binario. No alcanza con definirla como un proceso de
mejora en la calidad de la imagen a través de un
mecanismo de compresión de audio y video, o
de garantía de propagación mediante la traducción de la señal a bits. Obviamente sirve esta definición para poner en valor aspectos del avance
de la norma en sí, pero no alcanza para totalizar
lo que queríamos mostrarle a la sociedad argentina. Naturalmente también apunta a que más
gente pueda ver mejor. Y hablar de más gente es
apuntar a que finalice la marginalidad que se da
en representaciones sociales, geográficas y por
las discapacidades físicas. Esas tres deficiencias
en la accesibilidad son aquellas en las que el estado debe intervenir para jugar un rol equilibrador y democratizador. Cuando se expresa más
gente, se predica de una dimensión cultural que
implica más y mejor televisión y eso incluye lo
que se informa, lo que entretiene y lo que cada
televidente percibe sensorial e intelectualmente
cuando está ante una pantalla.
La nueva televisión promueve la democratización
de la estética posibilitando que la mejor calidad
de imagen y sonido no sea sólo para aquellos
que pueden pagarla. Además, quienes hasta ahora se limitaban a ser receptores de mensajes
podrán, por primera vez, convertirse en productores, con lo que nuevas voces históricamente
silenciadas pueden hacerse oír. De nada servirá
una oferta ampliada de canales si es para los
mismos de siempre, que transmiten la típica novela, con tonos y paisajes homogéneos.
Desde la puesta en marcha de esta política pública, el Poder Ejecutivo Nacional (Administración
Fernández de Kirchner) y el Ministerio de Planificación, confiaron en que la inversión en infraestructura y equipamiento iba a movilizar recursos humanos y económicos que fortalezcan la
industria nacional. Hoy esos augurios son un hecho. Toda la industria metalúrgica vinculada a las
telecomunicaciones, a la informática y al software está viviendo un momento de exultancia en
virtud de la fabricación de conversores, conectores, antenas, multiplexadores, moduladores e
irradiantes, lo cual produce varios miles de puestos de trabajo de forma directa e indirecta. Estos
efectos tangibles e intangibles demuestran que
las políticas públicas vinculadas a las tecnologías y a las comunicaciones tienen resultados
concretos.
Otra de las premisas para que la transformación
tecnológica liderada por el Estado sea verdaderamente substancial consistía en lograr que, por
primera vez en la historia de la radiodifusión en
la Argentina, se rompiera con aquello que Alvin
Toffler describe en su libro “La Tercera Ola”, es
decir, la lógica reiterada que provoca que la primera ola de la vanguardia tecnológica sea siempre apropiada por las elites dominantes. Gracias
a la feliz decisión del gobierno nacional esta
modalidad encontró un límite con la televisión
digital.
A través del Programa de acceso “Mi TV Digital”,
el Estado compró 1,2 millones de conversores
para distribuir en forma gratuita a los sectores
más vulnerables de nuestro país en el plano económico y social. Tarea que se realiza mediante
el Correo Argentino y a simple presentación de
un formulario que indique elegibilidad del solicitante. Los sectores sociales más humildes, que
no tienen la posibilidad de tener TV de pago o de
adquirir un conversor, o aquellos que viven en
zonas geográficas alejadas de los centros urbanos y por ello no pueden recibir televisión abierta de calidad o directamente no reciben señal,
son los primeros que están en condiciones de
ver televisión digital que, de este modo, termina
con la irritante y antipática distinción entre quien
tiene la posibilidad de pagar para ver televisión
por cable (y por lo tanto ve bien) y quien no tiene esa posibilidad. Con 50 plantas transmisoras instaladas en el país
que ya brindan cobertura al 75% de la población
y el proceso de entrega de conversores en marcha, el Ministerio de Planificación también apostó fuertemente en una política vinculada a los
contenidos. El Estado nacional tiene la responsabilidad y el derecho de promover un criterio
de consumo cultural distinto al que desde hace
más de 30 años viene modelando e imponiendo
la televisión comercial, en el modelo de TV por
aire de la Argentina.
En este nuevo esquema, los contenidos son fundamentales y el actual gobierno toma el desafío
de generar los espacios para propiciar las diferentes expresiones. Desde una concepción política pública de carácter federal se alienta la producción de contenidos de calidad que dé cuenta
de la riqueza discursiva/cultural que existe en la
República Argentina. Se parte de la firme convicción de que la diversidad de producción y la
pluralidad de voces son condición indispensable para la promoción del desarrollo humano.
Se trabaja incansablemente para llevar a la práctica con acciones concretas los lineamientos
planteados en la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual que, con su espíritu democratizador y desmonopolizante, da el marco para el
desarrollo de una nueva televisión. Se rompe con
la lógica planteada por la Ley 22.285 que limitaba al Estado a un rol subsidiario, dejando en
manos del mercado el desarrollo del sistema
televisivo.
La apuesta con la TV Digital, consiste en devolverle la centralidad al Estado en sus distintos niveles y promover el ingreso de nuevos actores.
Garantizar el acceso a las frecuencias es, sin duda, un gran paso, pero sin contenidos no hay televisión. Por eso se centra el esfuerzo en la promoción de contenidos audiovisuales digitales
para que, tanto las frecuencias públicas provinciales como las nuevas frecuencias de otros sectores no estatales, tengan las herramientas para
producir y, al mismo tiempo, abastecer su grilla
de programación con los aportes de las diferentes regiones del país.
Con la posibilidad de mayor compresión de la
señal que permite la digitalización, será posible
multiplicar la cantidad de señales respecto de
los actuales 44 radiodifusores existentes en el
mundo analógico (44 canales de televisión por
aire, cada uno con 6 Mhz de uso: 33 de gerenciamiento privado, 10 autorizados para los estados provinciales y 1 dependiente de una universidad). Esto, sin duda, genera gran expectativa tanto para la incorporación de nuevos sujetos sociales como para las organizaciones sin
fines de lucro que podrán acceder a frecuencias
y participar en la producción de contenidos. Es
posible que en los próximos dos años se asista
a la presencia de más de 300 servicios de televisión abierta, sean tanto señales como canales.
Lo anterior da cuenta de la necesidad de equilibrar la fuerte presencia de una cultura porteña
que poco tiene que ver con la forma cultural que
adopta, en sus disímiles y heterogéneos modos,
el interior federal. Son otras representaciones al
expresarse, hablar, vestirse que tienen los jujeños, los entrerrianos, los riojanos y todos los
habitantes de las demás provincias del país. No
se habla en el interior de la Argentina como hablan los protagonistas de las novelas de la tarde
realizadas en Capital Federal. No se entona como lo hacen los locutores o los presentadores
de noticias de las señales de Capital Federal y
mucho menos existe la información que tiene
que ver con lo que vive cada persona que está
en el interior. Cuando se anuncian lluvias o accidentes de tránsito se alude a lo que acontece
en la Panamericana y en el centro porteño y los
ciudadanos que están en los pueblos de provincias como Ñorquincó en Río Negro o Purmamarca en Jujuy o los Valles Calchaquíes, no son partícipes de eso que se informa. Reclaman entonces que sus temas cotidianos también se vean
reflejados en las pantallas. Para eso hay que generar una política para federalizar los contenidos
televisivos que es más importante que hacer contenidos federales.
En este sentido, como parte de la política de contenidos que alienta el Ministerio de Planificación
Federal, Inversión Pública y Servicios, creamos
Contenidos Digitales Abiertos (CDA), una plataforma de contenidos bajo demanda en Internet
para la difusión gratuita de series de ficción, documentales, unitarios, películas, deportes, eventos especiales y contenidos exclusivos con una
alta calidad de imagen. El portal www.cda.gob.ar
se nutre de las producciones ganadoras de los
concursos del Plan de Fomento TDA (http://fo
mento.tda.gob.ar/), disponibles actualmente en
el Banco Audiovisual de Contenidos Universales
Argentino (BACUA). (www.bacua.gob.ar ). Los
contenidos digitales no solo están disponible en
la web sino también en aquellos televisores que
cuenten con NetCast o Internet como por ejemplo Smart TV y Blu Ray de LG; Tablets y teléfonos móviles con IOS (iPhone, iPad, iPod) y con
Android. En un futuro se podrá acceder a los
contenidos de CDA con los decodificadores para
TV Digital Abierta.
La TV es una gran transmisora de cultura y educación por eso se hace hincapié en la promoción
de contenidos federales, lo que permite evitar
la reproducción de la visión etnoporteña que ha
predominado en las pantallas de nuestro país.
Por eso, el Ministerio de Planificación invirtió
fuertemente en una política de contenidos que
pudiera contener a todos los sectores y actores
vinculados al mundo televisivo en el proceso de
cambio cultural. En este sentido, el programa de
Polos Audiovisuales Tecnológicos se propone federalizar la producción de contenidos a partir
de un esquema en red en el que participan las
Universidades Nacionales y los distintos actores
del sector audiovisual para el desarrollo de la TV
como una verdadera industria cultural sustentable apelando a su rol simbólico de constructor
de identidades pero sin olvidar su fundamento
económico, generando condiciones futuras de
empleo genuino y jerarquización del trabajo profesional.
Con un fuerte desarrollo del Estado en la fase de
emisión a través de la entrega de decodificadores, en la recepción a través de la instalación de
antenas y en la producción de contenidos. La TV
digital es una política pública de este gobierno
con la que en algo más de dos años se ha conseguido democratizar la cultura y garantizar la inclusión social.